Igual que en la carrera espacial o armamentística de los tiempos de la Guerra fría, la tecnología se beneficia de los avances que la investigación militar y espacial realiza en su continua búsqueda de nuevos materiales y estándares para perfeccionar y optimizar un sinfín de procesos de muy diversa índole.
Cada vez de forma más inmediata, estos logros se trasladan al escenario civil y se traducen en adelantos para la industria y la tecnología de consumo. Y como ocurre en otros sectores, la limpieza industrial también puede beneficiarse de ello, por ejemplo en áreas como la investigación farmacéutica donde las condiciones de asepsia e higiene son vitales para obtener los resultados esperados de multitud de costosos experimentos.
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Así, vemos como ahora se plantea la posible aplicación de estrategias fundamentales para la reducción de la contaminación del aire en ambientes asépticos en lugares de trabajo dónde, hasta ahora, no se habían contemplado como necesarios este tipo de estándares. Esto significaría, por ejemplo, una aplicación extensiva de los filtros HEPA en la circulación y filtrado de un elevado porcentaje del aire de una estancia dada.
En el aire que respiramos en una calle cualquiera de nuestra ciudad la densidad de partículas por metro cúbico supera los 100 trillones. Sin embargo, en una estancia aséptica de la industria de los semiconductores esta densidad puede reducirse a tan solo 2 partículas por metro cúbico. Esto nos lleva a pensar que actualmente disponemos ya de la tecnología y las estrategias necesarias para mantener un alto nivel de pureza del aire en los ambientes de trabajo. La cuestión es qué cambios supondría la creación de protocolos y reglamentaciones más exigentes para las oficinas y despachos donde se desarrolla la actividad profesional diariamente que en principio no requieren de condiciones especiales de higiene. Sin duda, la aplicación de estos estándares y de los productos y utensilios que garantizan su cumplimiento supondría una sensible transformación de la forma en que actualmente entendemos la limpieza profesional. La respuesta es que la búsqueda del equilibrio entre practicidad y nivel de higiene, monitorizando la pureza del aire regularmente, vistiendo al personal con la indumentaria más adecuada, utilizando filtros de última generación, etc., por ejemplo en colegios u oficinas, no puede seguir unas mismas directrices. La complejidad de los distintos ambientes de trabajo debe marcar los pasos a seguir con prudencia y raciocinio; sin embargo, la semilla está sembrada y germinará pronto, de forma que gobiernos y empresas deben buscar soluciones para conjugar mayor higiene de forma sostenible y factible.
Josep Solanes
Editor